CONOCE UN PEDACITO DE MI HISTORIA.
Un eslogan, una consigna de vida.
Una tarea pendiente hasta hoy, era la de profundizar de una manera más íntima y explicativa acerca de ésta visión tan personal convertida en mi eslogan de que «todo importa». Todo me importa y deseo por fin compartir con quien me lea, el porqué.
Quiero comenzar expresando que siento un inmenso amor por la vida y al hacer del equilibrio y la coherencia valores propios, entendí que todas las caras que la vida muestra, suman constantemente y conducen hacia el camino del reconocimiento propio.
Hace años, una determinación que creía inexistente, invadió mi ser, transformando todo el inmenso dolor, en ganas de sanar, sanar mi vida entera, producto de una infancia muy triste, hasta una adultés sin ningún futuro. Todo lo contrario de lo que hoy pudiera contarles llena de emoción y agradecimiento. Ni en mis más sublimes fantasías, imaginé que lograría vivir la vida que siempre soñé. Hoy el libreto de cada uno de mis amaneceres, los escribo yo y me gusta responsabilizarme totalmente por ello.
Volvamos al tiempo en que mis días transcurrían en un sin vivir interno. Fuera, la vida continuaba y yo con ella. Mis estudios y oportunidades profesionales seguían desarrollándose, hasta que un día, sin más, mi cuerpo colapsó, somatizando tanta insatisfacción. La carga genética y antecedentes médicos de la infancia, también tuvieron un aporte en lo acontecido, pero sin duda, no fue lo determinante ante semejante panorama, hoy lo sé y lo mantengo ante cualquier debate que pueda generar mi convicción de que un diagnóstico jamás determina tu vida. La última palabra es tuya.
¿El diagnóstico? Había regresado la enfermedad que me mantuvo postrada desde los 4 hasta los 10 años de edad. Artritis reumática degenerativa. Al poco tiempo, me encontré absolutamente limitada en mi andar, mis brazos, sin fuerza para sostener un vaso de agua y mucho menos, un plato de comida para ofrecer a mi hija de 4 años. Los dolores indescriptibles competían con mi profunda amargura.
Cada día me iba deteriorando más y más, ya no era ni la sombra de la joven y bella, deportista, de futuro promisorio que alguna vez fui. Lo confirmaban cada una de las miradas de la gente. Era más que evidente que mi aspecto tocaba las fibras de la lástima y la angustia a todo mi entorno. Me tocó consolar más de una vez, a quién al pié de mi cama lloraba solo al verme.
Rendida y totalmente afligida, ante lo que en mi ignorancia catalogaba como castigo divino, sentí un impulso profundo de pedir ayuda. Creo que fue la impresión de escuchar mi callado lamento por estar viva. Notifiqué a la familia que había llegado a mi límite y que comenzaba a soñar con no despertar. Que si querían, me recluyeran en un sitio, porque sentía que no solo había perdido las ganas de vivir, también cualquier deseo de sentir, de respirar y mucho menos de ver a mi hija a los ojos, porque cuanto más pedía mi atención, yo más me odiaba, me culpaba y le exigía a la vida de la forma más agresiva y violenta que me liberara, no quería vivir más, porque no lo merecía, no lo soportaba…
El clamor fue escuchado, siempre somos escuchados por una providencia que sabe que tu existencia tiene una razón. Así que, gracias a la atinada y amorosa iniciativa de un familiar, el inicio de mi camino hacia el despertar de mi conciencia, dió inicio.
Efectivamente fui recluida, pero no en una clínica, sino en un Spa Holístico y sin que ésto del bienestar integral, aún tuviera nada que ver conmigo ni con la persona que me llevó a la cual le agradezco su visión o intuición.
Desde que amanecía y sin ser el propósito anunciado por los que allí laboraban, ese lugar propiciaba el contacto con mi propio ser, además de una profunda tranquilidad que me contagiaba aquel hermoso espacio natural, rodeado de montañas, caballos, pura naturaleza. No había televisores, señal para celulares, ni espacio para acompañantes, más que las visitas de los fines de semana,
Ayuno, meditación, visualización creativa, manejo del estrés, hidroterapia de colon, respiración consciente, alimentación saludable, yoga, taichí… todas esas actividades y otras que solo observaba por no poder realizarlas, fueron invitándome con una sutileza casi imperceptible, a respirar, hasta que un día sin preveerlo, respiré sin que me doliera el alma. Esto comenzó a suceder a partir del día treinta o treinta y cinco.
Antes de que esto de respirar sin dolor sucediera, me quejaba de todo; del sitio, del silencio, del olor, de las hormigas, grillos, hasta de mi misma me quejaba. Así que un día decidí que leería todo el día para no salir de mi habitación. A diario iba a la tiendita del sitio por más libros y poco a poco fui aprendiendo a quedarme afuera para leer mientras sentía la brisa y miraba el cielo con su contorno de flores y verdes. Al final aprendí a andar descalza por toda la hacienda, totalmente integrada y esperanzada.
En los libros leía cosas que no entendía o no quería entender, negaba toda posibilidad de asumir mi vida. Eso de responsabilizarme, de que mis creencias habían generado mis realidades, no entendía cuando leía que todo episodio doloroso de mi vida podía transformarlo en “circunstancia difícil” y de ella absorber y aprender grandes cosas. Que nuestros pensamientos generan nuestras emociones y por eso es crucial aprender a conocer nuestras programaciones y lo que menos comprendía: «La felicidad es una elección» jajaja ¡¡¡Qué dicen!!!
Ósea ¿¡yo elegí perder en menos de un año las principales articulaciones de mi cuerpo?! Prótesis en ambas caderas, en ambas rodillas, movilidad de un 10% en mis hombros, el desgaste óseo de mi columna es bastante considerable.
Como broche de oro años después, estuve en coma por una septicemia, extrajeron mi vesícula, tuve derrame interno, sufrí un paro respiratorio, traqueotomía de emergencia… En fin…
Los familiares fueron advertidos, el final era inminente. A mis hermanos que viven en los EEUU, les tocó venir a despedirse. Me dieron los santos óleos y la funeraria estaba al tanto. La madrugada de la fecha tope, “milagrosamente” reaccioné.
Me tocó aprender una vez más a caminar, comer, hablar, pensar y soñar que muy pronto me recuperaría. Ésta vez fue rápido porque desde mi ingreso a aquel Spa años antes, no habia parado de estudiar acerca del crecimiento personal y varias de sus herramientas. Así que pronto estuve lista físicamente para asumir mi divorcio luego de once años de matrimonio.
¿Quién sobrevive a tanto drama? Un drama que comenzó desde que tuve uso de razón. Obviaré los detalles del lado oscuro de mi historia familiar, ya que considero y amo a los involucrados.
Hoy sé y entiendo que la fuerza interior de los seres humanos no tiene límites. Todos tenemos el poder, el primer paso es querer sinceramente y valientemente ser felices.
Hasta allí llegó el transcurrir de mi vida desde la víctima, al no haber mas fondo, finalmente me entregué, hubo una rendición amorosa, la asimilación de la enseñanza y la intensión de transformarlas en vivencias, fue el punto de partida. Decidí poner en práctica lo que aprendía, no solo una vez, sino cada día, cada mes, cada año.
No iba a coartar por nada mi nuevo impulso de vida, ya había entendido que para mí no existía otra opción que lograr, creer, amar, avanzar. Algún día aprendería a ser feliz y me emocionaba tanto esa posibilidad, que con cada avance, con cada conocimiento adquirido y aplicado, comencé a apresurar el paso, descubriendo en mí, un nuevo potencial; el de absorber como esponja, recibir de brazos abiertos todo lo que la vida me ofrecía y para mi sorpresa, el día menos esperado, comencé a sentir que ¡merecía vivir!
He convertido a la coherencia en mi religión y el primer paso fue implantar la férrea determinación, de no dejar en puras teorías tanto aprendizaje. Aunque me costara ponerlas en práctica, no me importaba ni asustaba, cuánta basura encontrara en mi cuarto oscuro, lo limpiaría sin importar el tiempo que tardara. Lo relevante es que por fin, me atreví a entrar y esa acción me hizo más fuerte, más valiente. Hoy mi cuarto es claro, reluciente, acogedor. En él y conmigo, mis afectos que lo disfrutan y lo cuidan porque yo pude enseñarles cómo hacerlo.
Continúo descubriéndome, comprendiendo y agradeciendo mi origen. La formación que he obtenido por medio de los cursos, talleres, certificaciones y muchos libros leídos, lo hacen posible. Cada día me supero para poder brindar una mejor enseñanza; aquella que haya aplicado en mí, que puedo comprobar, demostrando con mi propia historia, mi imagen y mi actitud ante la vida que si yo pude, otros también pueden.
En cuanto a mi presente, no hay mucho que les pueda contar o describir con palabras, que ustedes mismos no puedan descifrar o percibir a través de mi arte, mi oficio, mi pasión de vida, al cual todos pueden acceder, bien sea leyéndome, disfrutando de los proyectos conceptuales de imagen y maquillaje, asistiendo a alguna de mis capacitaciones o siendo parte del público que me honra con su presencia en mis charlas o conferencias.
TODO IMPORTA, un eslogan, una consigna. Ser productivo, saludable, amado, seguro de sí mismo y atractivo, pasa a fuerza por el auto-conocimiento. Si no te conoces, la única opción será convertirte en un imitador de vidas y el precio a pagar es muy alto porque irás quedando en el camino sin ni siquiera darte cuenta.
La vida es una aventura colmada de exigencias. A nuestro favor, un inmenso poder e instinto de supervivencia.
La felicidad tiene manual de instrucciones, que solo puede ser escrito y comprendido por aquellos que tengan la valentía de AMARSE PROFUNDAMENTE.